El abismo de Death Note

Hablemos de Death Note. Hablemos del «intento» de adaptación cinematográfica que Netflix intentó gestar con la propia. En lo imperecedero tal vez el anime y el manga estén como férula de lo divino, de lo superlativo, de lo que está un poco más allá. Es que, como «Sherlock Holmes» es para «Gregory House» y Molière para Doyle, «Kira» y «L» lo son para muchos de nosotros; baluartes, estandartes de los alter egos extraodinariamente fascinantes como inteligentes.

Me vi el ánime y leí el manga.... y considero esta supuesta adaptación un súbito lastre, su argumento produce urticaria y un exasperante prurito, se cambió por completo el límite y la motivación de los personajes. El guión adaptado no presenta en ningún momento los puntos de giro que la historia requiere y necesita, se preocuparon más por efectos sangrientos en cada muerte, como si Bergson se fuera a reír intuitivamente. Olvidaron por completo lo que representa en sí la idea de «un humano con el poder divino de decidir la muerte de otro», esa condición filosófica que ya había trabajado Petronio hace unos cuantos siglos atrás, se ve morida, masticada, y escupida. Las condiciones en las que debería morir... a mi parecer es casi un insulto para los fanáticos de la serie, fanáticos que hoy siguen creciendo en estepas y praderas donde lo bueno reside... Esta debacle constituye un punto más en contra de los realizadores que se permiten enriquecerse con adaptaciones cinematográficas. El «jamás le llegará», en referencia a adaptación, es una realidad perenne.

«Inception» está basada en «Paprika», y no por eso es un despropósito de tamaña similar. No es una adaptación, está inspirada «en», como en el caso de esta entelequia muy mal lograda que acabo de terminar de ver.

Como mínimo, por respeto, debieron haber cambiado todos los nombres... cambiar el asunto de que el papá de Light era policía, y convertir la personalización de «L» desde el principio para que fuera una batalla entre detectives como la de Mello y Near.

En lo impersonal pocas cosas quedan y en la probidad una sensación tan amarga que quema.

Sin compararla con el anime y el manga, la película es realmente un rotundo fracaso, las actuaciones son planas y forzadas, el ritmo de la película va muy deprisa, y del guión ni se diga, cualquier cineasta decente no dedicaría un sólo minutos en vituperarla.

Haciendo un contraste justo «Light» es egocéntrico, arrogante, muy inteligente, calculador, sagaz, perspicaz. Una personalidad muy marcada, Satt Wolf le dio una personalidad débil, temerosa y humana, no hay mérito en su gesticulación, no hay gracia en su actuación. Light se corrompe en medio de su voluntad de poder, en este mal intento cinematográfico hasta eso usurparon, a la única loca que vi fue a Mía, y ni siquiera cae bien, se siente pesada desde el principio, el anime es un rico ajedrez donde, en cada episodio «L» usa un error para atrapar a «Kira», en el film solo se vio un twister demasiado fácil, el juego, obvio que viene una secuela, ¿adaptación? Tal vez pero de destino final medio film parece hecha con dicha plantilla, es de reiterar que «Kira» no tiene nada del personaje, es una nenita llorona no el genio que esta mas allá de la genealogía nietzscheana de la moral, por otra parte «L» termina siendo el mas beata y torpe de todos y deja su super raciocinio para correr con un arma tras Kira, lo más rescatable fue Willem Dafoe parece que fue el único que investigo algo sobre su personaje.

Esperemos que Netflix se reivindique (la ilusión es el quebranto de los débiles, —diría el Príncipe de Maquiavelo.)

Por Miguel Antonié Romero.

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