“Nunca en Chile habíamos necesitado tantos filósofos”
Mientras que en España corren a patadas a los filósofos por creer que son inútiles, Juan Manuel Garrido, Francisco de Lara y Hugo Herrera se preguntan ¿Dónde mierda están los filósofos?
En 'De irreverentes y dionisíacos' te traemos esta entrevista, con interansantes apuntes sobre la perspectiva sobre la realidad en el panorama filosófico en la Chile de la locura.
Juan Manuel Garrido, doctor en filosofía por la Université Marc Bloch de Strasbourg, a sus 42 años se desempeña como director del doctorado de la Universidad Alberto Hurtado. Especialista en filosofía moderna y contemporánea, estudia a Kant, fenomenología y desconstrucción, se pregunta ..
¿Qué rol tiene la filosofía en el contexto actual?
Es paradójico porque, por una parte, la filosofía parece ser un lujo intelectual y por otra, si tú te fijas históricamente, está casi siempre asociada a momentos de crisis o poscrisis. La Primera Guerra Mundial, la Segunda, el periodo de entre guerras, son momentos de gran efervescencia intelectual filosófica. Frente a la pérdida de evidencia y la necesidad de buscar un lenguaje que te permita pensar nuevamente lo que te rodea, el quehacer filosófico se hace protagónico.
¿Chile está pasando por una crisis?
Tengo la idea de que Chile, en el fondo, ha dado un paso hacia adelante y no hacia atrás. De que efectivamente hay una clase más constituida, que hay acceso a los bienes públicos, a la educación y que eso mismo ha generado una mayor demanda, justificada, por reconocer los clásicos abusos y contradicciones latinoamericanas. En Chile no hay una época de oro que idealizar, pero si tú miras la prensa de Francia, hay una nostalgia constante, incluso en Alemania, que es tan exitosa, pasa lo mismo, lo que de hecho es un poquito preocupante. Lo que me gusta de la situación de Chile es que, como no hay un pasado al que mirar, hay una demanda y hambre de futuro y de participar de ese futuro. El descontento se disfraza de crisis, lo que no necesariamente es sano para el debate público, porque este tiene cosas buenas y malas. Del descontento viene el hambre de futuro, que es la única manera de que haya uno mejor.
Sin embargo, aquí la filosofía no parece estar muy presente en el debate público.
Por eso uno espera que se forme a los ciudadanos en la filosofía, para que justamente desarrollen ese tipo de capacidades, que sin duda hacen falta. En algún momento todos necesitamos tener la habilidad de preguntarnos, por ejemplo, por qué presuponemos que el crecimiento es bueno sin que suene como una pregunta estúpida. Ahí necesitamos el lenguaje y el razonamiento, para cuestionar los supuestos con que operamos. Esta no es una necesidad exclusivamente de los filósofos. Es tremendo cuánto nos hace falta disponer de estas habilidades reflexivas, críticas, que no son genéticas, sino culturales. Nunca en Chile habíamos necesitado tantos filósofos, nunca habíamos necesitado tanta filosofía, la que está en una situación precaria en los colegios.
Francisco De Lara:
“Hay un cierto desprecio por hablar de los temas que se debaten públicamente”
Este español de 41 años vive hace seis años y medio en Chile y actualmente es académico en la Universidad Católica. Doctorado en Alemania con una tesis sobre la filosofía de Heidegger, sus áreas de especialización son la fenomenología y la hermenéutica, además de la Escuela de Frankfurt, que le interesa especialmente porque “son pensadores que abogan por una función pública y crítica de la filosofía”.
¿En qué posición ves hoy a la filosofía?
Noto que se está enclaustrando cada vez más y se vuelve una cosa muy de círculo de especialistas, con ciertas pretensiones elitistas. Con esto se va cerrando a la posibilidad de participar en el debate público y de tocar temas de interés para todos los ciudadanos. Ser especialista te quita mucha espontaneidad, libertad y capacidad de pensar. Aprendes a trabajar de una manera técnica, pero eso no te da para ser original.
¿La filosofía se ha alejado de su raíz?
Absolutamente. La filosofía tendía a hacer dos cosas: investigar buscando las posibilidades de conocimiento sobre los asuntos más elevados, pero por otro lado, y de la mano de eso, había un trabajo que implicaba posicionarse dentro de la sociedad para generar un cambio. Lo que era también una forma de vida. Tanto la dimensión personal, como la dimensión comunitaria, política y de planteamiento de problemas, y no meramente de participar de debates técnicos, prácticamente se ha perdido.
¿Cómo puede el filósofo insertarse en el debate público?
Renunciando a la pedantería. La verdad es que la filosofía, incluso la más complicada, con más o menos esfuerzo, se puede explicar de tal modo que una persona interesada la entienda. Y ahí me remito al más fundador y a la vez pedestre de los filósofos, que es Sócrates, que desde luego no exhibía ningún saber y se expresaba en términos populares, porque trataba justamente de llegar a algo. Pero hay un cierto desprecio por hablar de los temas que se debaten públicamente. Por ejemplo, la educación. Es mucho más difícil hablar de educación, porque está lleno de discursos al respecto. Pero eso es miedo al ridículo.
¿Qué trabas hay para lograrlo?
La poca gente que, por ejemplo, escribe en los medios de comunicación se anota en una dirección, y falta gente que escriba para hacer pensar, incluso los presupuestos que damos por sentados en los debates. Por lo menos yo veo los diarios cada día y no encuentro eso. Por otro lado, hay mucha autocensura, a menos que lo hagas en la línea editorial de la institución donde trabajas. Y eso es lobby, lobby intelectual, pero lobby.
¿Cuál es tu propuesta?
No caer en un modelo que impida cualquier posibilidad de aplicar la filosofía a cuestiones más actuales, que tienen que ver con los problemas que se están haciendo visibles no sólo en Chile. Cuestiones no sólo políticas, sino artísticas, económicas, técnicas, de formas de vida. O sea que si te vas a especializar en un tema, pensar de qué forma le vas a hablar a las personas que no son, ni tienen por qué ser, especialistas en tu tema.
¿Están los filósofos chilenos preparados para eso?
Los profesores antiguos, que aquí ahora son despreciados ya que dicen que no publicaban, tenían algo muy bueno: tiempo. Vivían en un ir madurando las cosas. Un Humberto Giannini no se entendería sin eso. Y habrá alguien que diga “bueno, pero Giannini no es un ultra especialista”. A mí me parece una figura interesantísima justamente por eso. Porque no basta con ser “especialista”, esa no es nuestra tarea, sino intentar pensar y decir algo relevante, plantear cosas que tengan que ver con nuestro mundo y no meramente con nuestro objeto de investigación. El día que los que critican a Giannini escriban un libro que tenga el impacto de Breve historia de la filosofía, hablamos. No puedes mirar con desprecio cosas que jamás vas a lograr hacer. Porque él pudo hacer lo que tú haces, pero tú no vas a hacer lo que hizo él.
Hugo Herrera:
“Todo lo que vale la pena, al final es inútil”
Este abogado de 42 años es doctor en filosofía de la Universidad de Wurzburgo y dirige el Instituto de Humanidades de la Universidad Diego Portales. En sus libros y columnas en La Segunda o El Mostrador ha desarrollado una reflexión sobre la crisis intelectual de la derecha chilena y ha criticado la poca preocupación por el “mundo del pensamiento” que hay en ese sector.
¿Es posible compatibilizar la filosofía desde la academia y la vida pública?
Es importante que se haga. A mí hacerlo me permite pensar, por ejemplo, que el gran problema que tiene Chile uno lo puede llevar a una hermenéutica política: lo que falta es capacidad de comprensión de las élites respecto de la situación del país y sus peculiaridades. Tenemos un sistema que tiene muchas reglas y está bien, hay una institucionalidad política y económica, pero uno ve que esas reglas son como de otra época. Y el pueblo cambió producto de esas mismas reglas, entonces lo que falta es que el sistema político se vuelque a comprender la situación, que piense en distribuir mejor el poder político, económico… Ahí falta algo, que es fácil iluminarlo desde la filosofía.
¿Cómo se hace eso?
Ojalá los parlamentarios tuvieran algún intercambio con personas que vienen más del mundo académico, del mundo de la teoría política, porque eso permitiría llegar a una comprensión más sofisticada de la situación. Tendrían más herramientas. Pero a los políticos es muy complicado sacarlos del día a día. En otros países este déficit del sistema político se trata de solucionar por la vía de financiar centros de estudio. En Alemania, dentro de los aportes estatales a los partidos, una parte importante va al financiamiento de centros de estudio en los que realmente hay investigadores, o sea, son mucho más parecidos al CEP que a los centros que tenemos por montones en los partidos políticos y que son muy frágiles.
¿Para qué le sirve la filosofía al ciudadano común?
Te da herramientas para comprender mejor tu situación existencial, por decirlo así. Suena pretencioso, pero algo tan simple como reflexionar sobre conceptos como la nada, el ser, la moral, qué son los valores, si se justifica o no la democracia, todo ese tipo de preguntas son muy concretas al final y te ayudan, aunque no signifique que uno se vaya a transformar en un especialista en filosofía. Son herramientas. Dicen que la filosofía es inútil, pero las matemáticas, a cierto nivel, también son inútiles para la gran mayoría. Todo lo que vale la pena, al final, es inútil.
¿Crees que la gente entiende la importancia de esto que me dices?
Siempre seremos afectados por el destino de las unidades políticas en que vivimos. La ruina o el esplendor de Chile nos afecta a cada uno de nosotros y en ese sentido tiene razón Aristóteles cuando entiende que aquel al que no le interesan los asuntos públicos no está a la altura de su condición humana, por decirlo así. Ahora, pareciera que el país se está repolitizando, porque hay un desajuste entre el pueblo y su institucionalidad. Hay un choque.
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https://www.change.org/p/toda-la-humanidad-junta-universalizaci%C3%B3n-de-las-unidades-de-medida-de-tiempo-calendario-gregoriano
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