Las imágenes al amanecer de este domingo muestran un escenario dedevastación en Pedernales, provincia costera de Manabí, a 286 kilómetros de distancia de Quito, epicentro de un devastador terremoto que ha dejado, hasta ahora, 235 muertos y 1.557 heridos, en el último balance oficial ofrecido por el subsecretario de Gestión de Riesgos, Ricardo Peñaherrera, primero, y más tarde por el presidente Rafael Correa. El 80% de la población, de unos 50 mil habitantes, habría sido afectada.
La ayuda humanitaria, desde Quito y otras ciudades, fue enviada la noche de este domingo, pero el acceso a la ciudad no está resultando fácil, porque las vías han colapsado. De allí se reportan que aún hay gente atrapada entre los escombros.
Los ecuatorianos pasaron la noche en vela, atentos a las réplicas que, de hecho, se produjeron, en varias ocasiones. Incluso una de magnitud 6 en la escala de Richter, cerca de las dos de madrugada. Edificios derruidos, puentes colapsados y una población en pánico se mostraban las redes sociales, a través de las cuales el país ha compartido el dolor, el miro y la impotencia ante el fenómeno natural.
En Quito, en los edificios altos, el terremoto se sintió de manera intensa.Gritos de pánico se escucharon. Sobre todo por la caída de objetos y cuarteaduras de paredes; luego la gente estuvo en las calles. El vicepresidente de la Republica, Jorge Glas, compareció varias varias veces ante los medios para pedir calma a la población. Dijo que se trata del seísmo más fuerte registrado en su país desde 1979.
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